Quito, espacio para lo sagrado / FONSAL
Tipo de material:
- texto
- no mediado
- volumen
- 986.61 Q88q 2005
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Juan Montalvo Sala general | Col. General | 986.61 Q88q 2005 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej.1 | Disponible | 00006361 |
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En su investigación, Alfonso Ortiz no identifica con exactitud cuándo empezó la tradición de la Semana Santa, pero presume que desde el siglo XVI se realizaban estas procesiones de manera muy sencilla. El investigador explica que, desde entonces, toda la semana -día tras día desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección- había procesiones en que participaban todos los barrios, las cofradías (hermandad de devotos), los gremios. “Podemos hablar de una fiesta ya consolidada en el siglo XVIII, una consolidación incluyente en que ya había una concentración de todos los grupos sociales (indios, mestizos y españoles) y la apertura a las manifestaciones públicas de todos siempre que guarden su sitio y su lugar, porque así está organizada la sociedad.” Ortiz señala que posiblemente es José María Urbina, presidente cercano a los ideales liberales, quien suprime la procesión entre 1850 y 1856. La restituye otro presidente, Gabriel García Moreno, aproximadamente 20 años después; pero el entonces arzobispo de Quito Federico González Suárez critica que se ha dejado de lado las creencias y la devoción para hacer de la Semana Santa una festividad social. Con García Moreno, las cofradías vuelven a sacar sus imágenes religiosas y la procesión del Viernes Santo se consolida como la más importante pues recoge todos los pasos de la pasión del Señor. Ortiz señala el ejemplo de Jesús ayudado por el cireneo: la imagen de Jesús del Gran Poder iba sobre un anda acompañada del cireneo, un hombre haciendo las veces de este ciudadano de Cirene quien habría ayudado a Cristo a cargar la cruz. El anda iba por las calles de Quito a hombros de la gente que participaba en la procesión. ¡Imaginemos el peso de estas andas! Por cierto, la escultura de Jesús del Gran Poder pertenecer al templo de San Francisco y es la figura central de la procesión contemporánea de la Semana Santa quiteña. Con la revolución liberal a fines del siglo XIV todo esto desaparece y el Estado incluso persigue a las manifestaciones públicas de fe, pues se trata de un Estado laico que no puede permitir privilegios para estas manifestaciones religiosas. Alfonso Ortiz cuenta que en aquél entonces la policía y la caballería atacaba a la gente para disolver las procesiones. Así transcurre la primera mitad del siglo XX hasta que llega al poder José María Velasco Ibarra, una figura de leyenda en la política ecuatoriana, cinco veces presidente de la república. Velasco Ibarra promueve una reconciliación con la porción católica de la población y con la Iglesia. De modo que, en 1960, cuando los franciscanos restauran a la iglesia la imagen de Jesús del Gran Poder que hasta entonces estaba en un museo, crece la devoción alrededor de Jesús del Gran Poder y se recupera la procesión del Viernes Santo en Quito, si bien con muy pocos elementos de la tradición colonial.
Arquitectura
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